Cogimos el coche por la mañana, Kris, Donal, Pablo, yo y, por supuesto, Sidney (el perro) para ir hacia Swartz Bay (de nuevo, el día anterior fue donde nos recogió Kris) y alli coger el ferry hasta Salt Spring Island. Esta vez el recorrido fue de unos 30 minutos sólo.
Salt Spring Island es la isla más grande de todo el archipiélago, sin contar Vancouver Island claro (toda la zona está llena de islitas pequeñas y habitadas). Ésta en concreto tiene una población de unas 10.000 personas, hay muchas granjas, viñedos y algunos montes con unas vistas preciosas.
Kris había quedado con unos amigos en unos viñedos, donde te dejan unas mesitas para comer entre las viñas, a cambio, claro, de que compres algo de vino. Después de unas cuantas vueltas por la carretera principal, llegamos al sitio, ya que sólo tenían cartel en un sentido de la misma, osea que hasta que no bajamos por la dichosa carretera, no localizamos la entrada. El sitio no era muy grande pero era muy bonito.
Allí comimos unos wraps, un poco de fruta y el resto bebió vino (hasta Pablo, que se supone que no le gusta).
La amiga de Kris nos dijo que se querían ir pronto ya que quería visitar una granja donde vendían queso así que decidimos ir todos para allá.
Llegamos a la granja, allí estaban las vacas y alguien estaba dándolas de comer o algo.
El caso es que la tienda de los quesos era un cuartito en un lateral de la granja. Dentro del cuartito tenían mesas a un lado con platos y palillos para que probaras los distintos quesos que hacían, pero lo mejor de todo era que, allí mismo estaba la nevera con los quesos y los precios de cada uno y tú cogías lo que querías y depositabas el dinero en una cajita metálica (y yo me decía a mi misma, aquí no deben venir muchos españoles porque sino se habrían buscado otro sistema de venta, jajaja). Así que compramos algunos quesos y dejamos la granja.
Los amigos de Kris se fueron a buscar un sitio para cenar (estamos hablando que serían las 4 o 5 de la tarde... estos canadienses están locos). Y nosotros nos fuimos a dejar a Donal en el sitio donde había quedado con la nueva persona que le acogía como voluntario. Nos despedimos todos de él y después nos fuimos a recorrer un poco la isla. Como llevábamos a Sidney, fuimos a un sitio donde había algunos caminos de montaña, donde podíamos dejarle suelto ya que no había otros animales alrededor. Un paseo muy bonito, mucho bosque, un buen clima, y lo mejor de todo, sin mosquitos, ni bichos.
Después del paseo y de disfrutar de las vistas nos dirigimos hacia la zona del ferry, ya que no se puede reservar el pasaje y si el último ferry se llena de coches te tienes que quedar en tierra. Así que nos fuimos para allá a esperar, ya sin Donal (del cual, me he dado cuenta ahora, no tengo ninguna foto). Cogimos el ferry ya anocheciendo y ni salimos del coche debido al frío. Llegamos a casa de Kris, cenita y a dormir. Al día siguiente comenzábamos a currar.
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