Y LLEGO EL ESPERADO DIA... 09/06/2013

Después de un cumpleaños maravilloso (que no olvido) llegó el día de irse. Con la incertidumbre de no saber nada de lo que nos depara el futuro... os podéis imaginar los nervios de la última noche en Madrid.

El 9 de Junio nos levantamos a las 4 de la mañana, casi sin dormir, para terminar de hacer las maletas e intentar dejar la casa lo mejor posible (aunque al final sé que a mi hermana la dejé algunos marroncillos pendientes).
Mi suegro nos llevó al aeropuerto, lo cual fue un detalle por su parte debido a la hora intempestiva del vuelo.
Ya en facturación aparece el primer inconveniente. El chico de Luftansa, muy amablemente nos gestiona la facturación del vuelo Madrid-Munich y el de Munich-Vancouver, y nos dice con cara de pena, que en el vuelo a Vancouver no quedan asientos juntos, le decimos que no hay problema, si no se puede, no se puede... aunque 10 horas de vuelo cada uno en un lado... bueno ya veríamos la solución. Entre el sueño, los nervios y el cansacio no pensamos más en ello. Así que a las 7,30 salimos de Madrid dirección Munich.

En el aeropuerto de Munich, las cinco horas de espera que se hicieron más largas de lo imaginado, con esas salas de fumadores inhumanas (aunque teníamos que agradecer que las hubiera). Descubrimos, ya tarde para nosotros, las Nap Cabins, por unos cuantos euros tienes tu cama, tu mesa para trabajar, etc... buena idea, pero a nosotros ya no nos daba tiempo de usarlas.


Paseo por el aeropuerto, equipo de Basket de Brasil, la jarra de cerveza alemana más grande del mundo (la vendían por 2.000 €, por si a alguien le interesa) y poco más.

Por fin embarcamos en el vuelo hacia Vancouver, el avión hasta la bandera y nosotros con nuestro problema de los asientos. Mi asiento es en ventanilla y justo a mi lado una española en el pasillo. Con mi mejor cara la pregunto si puede cambiar el sitio a Pau y ella con su mejor cara me dice NO, "es un viaje demasiado largo para no estar en el pasillo" (ni siquiera después de decirla que estábamos de Honeymoon y puedo jurar que después de 10 horas de vuelo, la señora se levantó 1 vez). Vale, pues haríamos el viaje separados por una española, el pasillo y otro chico. Al final, antes de despegar, como yo no dejaba de hacer señas a Pau y mandarle besitos, el chaval al lado de Pau se apiadó de mi y me cambió el asiento; y todavía la española me suelta "joe, encima voy a quedar mal". (No, señora, ya quedó mal antes, pensé para mi misma).

Comienza el vuelo, y la niña del asiento delante de Pau comienza a gritar, llorar, saltar, etc... Los padres se ponen una peli con los cascos, así que sólo la sufríamos el resto de los pasajeros. Yo llevaba en el bolso diazepan que me había dado mi madre, pero como Pau no estaba dormido, no quería tomarmelo (aunque me planteé seriamente darle uno a la niña). Después de 6 horas de vuelo Pau se duerme, pero la niña sigue alegrando el vuelo, así que yo no soy capaz de dormir...



Dos horas antes de llegar, la niña se duerme (bieeeeennn!!) así que obviamente, yo también me dormí.

Llegamos a Vancouver. Ahora sí que me pongo nerviosa, ya que todo sea que no nos dejen entrar al país y nos  manden de vuelta... (teniendo en cuenta que queremos buscar trabajo sin ningún tipo de visa ni work permit). Recogemos los maletones y nos dirigimos hacía el puesto de inmigración: "Españoles, eh? Qué venís a hacer aquí, eh? Y durante 3 meses? Tenéis trabajo en España?..." Después de todo el interrogatorio, con nuestro inglés dormido y cansado, casi no le pudimos explicar todo lo que teníamos ensayado y sólo nos salió: "Si, bueno, estamos de luna de miel..., y celebrando haber terminado la carrera, no tenemos trabajo... Por alguna razón que desconozco, el tío anotó algo en los papeles y nos dice que pasemos (a mí casi me da un chungo en ese momento por los nervios, sin parar de comer pastillitas para los nervios de esas para chupar que me regalaron mis queridas amigas). Pero todavía no las teníamos todas con nosotros ya que no sabíamos lo que significaba lo que estaba escrito en el papelito y antes de salir del aeropuerto había que dárselos a otro policia... pero al final, allí estábamos, en suelo vancouveriense. Primer objetivo cumplido.

Fumando para relajar nervios nos dirigimos al Skytrain para ir al hotel (precio del billete 7,75 DC, -5,70 €- cada uno de los billetes, y luego nos quejamos del precio del transporte en Madrid, jajaja). Además lo del skytrain era un poco estafa, porque circulaba por el exterior unas cuantas paradas y luego se convertía en un metro normal y corriente.
Nos bajamos en Waterfront, para ir desde allí caminando al hotel. Pedimos indicaciones, cogemos la calle del hotel pero en la zona oeste (Hastings Street West) y nos dirigimos hacia el este. Las maletas pesaban un monton pero bueno ya no teníamos prisa, mirando las calles, la gente, vamos haciendo el guiri hasta que llegamos a Hastings Street East...WTF? Toda la calle llena de jonkis, putas, gente muy extraña que no dejaba de mirarnos... ahí si que empezamos a caminar todo lo rápido que nos dejaban nuestras maletas gigantes, nuestras piernas doloridas y nuestro cansacio acumulado. Y mientras deseabamos salir de esa zona cuanto antes, nos encontramos con el hotel, así que ya tenemos la primera decepción del viaje. RECORDATORIO para los que vayan a Vancouver: No elijan ningún hotel en Hastings Street East!!!

Ya en nuestra habitación cutre, pensamos en buscar otro hotel, pero en ese momento estábamos muy cansados, después de estar unas 25 horas despiertos y, además en Vancouver seguían siendo las 5 de la tarde, así que dejamos el equipaje, nos refrescamos un poquito y nos fuimos a buscar alguna tienda para cenar algo antes de dormir. Preguntamos en recepción y nos indican un supermercado que podría estar abierto a las 7 de la tarde. Cogemos el plano y vamos para allá. Atravesando Chinatown llegamos al super. Y claro era un super chino, con ese olor tan característico de la comida china (no como la de los restaurantes en españa) casi muero, con sus bichos vivos, sus bichos muertos y todos los carteles en chino, hasta que encontramos un poco de pan, un poco de jamon y un poco de queso y corrimos al hotel, a cenar nuestra comida tan oriental y a dormir. Esperábamos que al día siguiente fuera todo más agradable.

Ya estábamos en Canadá.

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